España es caldo de cultivo de chiringuitos cutres, paraíso de corporativos voraces y cuna de pseudoempresarios de carajillo. Estamos a la cola de Europa en productividad, el desempleo nos quita el sueño (y el pan), pero seguimos con prácticas tan absurdas como los horarios partidos y el cierre del comercio los domingos. Con un calendario laboral tan mal optimizado, no es de sorprender que los españoles encabecemos la lista de los países en que más horas se trabaja, en que menos se produce y donde más paro hay.
Dicho de otra forma, gran parte del problema radica en que el sistema laboral español defiende conquistas decimonónicas, mientras que el empresario se ha olvidado de incentivar a sus empleados, de capacitarlos y de definir objetivos concretos que ayuden a aumentar su productividad. Hay que destacar también la poca o nula vinculación que existe entre empleadores y empleados, y el bajísimo grado de compromiso de los trabajadores hacia su empresa. Esto es el resultado lógico de una cultura empresarial cortoplacista, con poca altura de miras, cuyo objetivo es aumentar sus beneficios de manera rápida, muy frecuentemente a costa de los sueldos y de la calidad de los productos y servicios que ofrecen. Nuestra industria se empeña en competir con costes bajos en vez de ofrecer calidad o valor añadido, una apuesta que en el mediano y largo plazos nos deja terriblemente vulnerados frente a una economía globalizada.
Si decidimos extirpar el tumor de raíz y sanear nuestra economía, hay que tomar en cuenta que tenemos por delante un largo camino de espinas. Las consecuencias en el corto plazo serían poco halagüeñas, pero nos iríamos de este mundo con el consuelo de que dejamos un mejor país para nuestros hijos. Si por el contrario, no estamos dispuestos a hacer el sacrificio, siempre podemos seguir estirando del hilo, a ver hasta dónde llega. Por mi parte, no creo que ni el status quo que defienden los sindicatos ni la reforma laboral que promueve el gobierno sean la respuesta para la reactivación económica y la generación de empleo.
Y volviendo a nuestros empresarios, aquí dejo las palabras del señor César Alierta, presidente de una gran multinacional española. No perdamos de vista que éste es un hombre que representa a nuestros empresarios internacionalmente, para que os deis una idea de la gravedad del problema.
Interesante texto y metáfora, tu síntesis me ha dado que pensar, más de lo que ya suelo hacer. Me ha gustado eso del camino de espinas, me suena a la corona que Jesucristo llevaba en sus últimos días en la cruz, es como si nos hubiese pasado el "marrón". ;)
ResponderEliminarMuy bueno el vídeo, sobretodo por los subtítulos. Una verdadera vergüenza, un insulto para los trabajadores que hayan ciertas personas al poder con tanta ignorancia, con un discurso tan vacío y desenfadado; que más da, está forrado!!!
Hay cosas para avergonzarse. este señor es una de ellas.
ResponderEliminarÁnimo con este blog que empieza. Espero y deseo seguir leyéndote ;-)
ResponderEliminarJa ja ja!!! Este video hará historia.
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